viernes, 24 de junio de 2011

LA CRISIS EUROPEA (segunda parte)

Por Walter Formento y Gabriel Merino
CIEPE, Mayo de 2011

Golpe sobre los bancos europeos y el euro

Haciendo una lectura de la deuda europea podemos observar:    

·                    Los mayores inversores de deuda en los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) son los bancos franceses con el 40%, seguido de los alemanes con el 31,4%. Los bancos de Francia y Alemania suman el 71% del dinero prestado en los PIIGS, mientras que los bancos ingleses no llegan al 18%.
·                    Los bancos franceses tienen su mayor grado de inversión/exposición en Italia con el 56,7% del total de sus tenencias de deuda en los PIIGS. El segundo lugar de inversión/exposición es en España con el 31%. Esta banca concentra su inversión/exposición en un 80,3% en Italia y España, del total de PIIGS.
·                    Los bancos alemanes tienen sus inversiones distribuidas en tres países: España 33,8%, Italia 27% e Irlanda 26%, que suman el 86,8% del total de sus tenencias de deuda de los PIIGS.
·                    La Banca Inglesa concentra su mayor inversión/exposición en Irlanda, con el 43% del total que tiene en los PIIGS, que además es muy bajo con respecto a su escala global, muchísimo mayor que la de los otros países.
·                    La banca Holandesa concentra su inversión/exposición en España con el 49,5% de su total en los PIIGS. Luego en Italia con el 27,5%.
·                    En Grecia la banca con mayor inversión/riesgo es la francesa con el 52%, seguida por la germana con el 30%. Ambas reúnen el 82% de los fondos de inversión/riesgo y poseen el 64% total de la deuda griega.
·                    En España la banca con mayor presencia/exposición es la alemana con el 35%, seguida por la francesa con el 31%. Reúnen ambas el 66% de la deuda española de las cuatro grandes bancas (82% del total), mientras que del total de deuda española los bancos franceses y alemanes controlan el 54%.
·                    En Portugal las bancas con mayor presencia son la germana 40% y la francesa con 38%, reuniendo el 78% de la deuda entre las cuatro bancas.
·                    En Irlanda las bancas con mayor inversión en deuda pública es la Germana con el 41% y la Británica con el 38,4%, de las cuatro grandes bancas.
·                    En Italia la banca con mayor presencia es la francesa con el 60%, seguida por la germana con el 22,5%, de las cuatro grandes bancas. Entre ambas administran el 69% del total de la deuda pública italiana.

Como se observa, es evidente el enorme impacto que podría llegar a tener un default en alguno de los países de la “periferia europea”, es decir, en los países en donde se libra el enfrentamiento, especialmente en los grandes como Italia y España: sería un golpe mortal sobre el capital financiero transnacional franco-alemán que traería la inminente caída del euro y del proyecto estratégico Unión Europea. La banca francesa y alemana está expuesta en dichos países en casi 1,6 billones de dólares (tres veces todo el PBI argentino a precios de poder adquisitivo real). Si a eso agregamos que las multinacionales que son parte de las redes financieras francesas y alemanas tienen en esos países muchos de sus activos, tanto por las adquisiciones que fueron haciendo como por la instalación de sus propias sucursales, la ecuación es bastante simple: con la caída de los PIIGS, el eje franco-germano queda excluido y completamente subordinado en el enfrentamiento por la configuración del Orden Global. Con lo cual también se debilitan sus aliados tácticos como Rusia y China, que en conjunto conforman lo que las fuerzas angloamericanas denominan el bloque continental euro-asiático. Estos mismos son los que se opusieron en el consejo de seguridad de la ONU a la guerra de Irak en 2003. De los cinco con poder de veto (la mesa chica del Consejo de Seguridad de la ONU) EEUU y el Reino Unido votaron a favor de invadir, lo que finalmente hicieron, mientras que Francia, Rusia y China votaron en contra de la Guerra, ya que iba contra sus intereses en Medio Oriente.    

Como también evidencia el cuadro, el endeudamiento fue un instrumento central de la expansión europea para los intereses franceses y alemanes. La deuda como instrumento de control del territorio se vuelve dominante con la emergencia del capital financiero a fines del siglo XIX, producto de la fusión de la Gran Industria con la Gran Banca. Todo prestamista impone condiciones a su prestatario en la medida que su poder sobre él, su influencia dada por el nivel de endeudamiento del prestatario, se acrecienta y su situación general se debilita. Si entre los bancos franceses y alemanes poseen aproximadamente el 50% del total de la deuda de España –sumando 450.000 millones de dólares— es evidente que el nivel de control e influencia de dichos intereses sobre ese país es enorme. Pero a ello hay que agregarle que, como se trata de capital financiero transnacional, los bancos son parte de redes más amplias junto con las denominadas empresas multinacionales o transnacionales. En este sentido, el crédito no sólo sirve como forma de extraer riqueza en un territorio social a través del interés e influir en lo político económico, sino que es el instrumento de apalancamiento para la expansión de sus propias multinacionales y transnacionales.

La sobre-exposición de los bancos franceses y alemanes en la llamada periferia europea no es otra cosa que el indicador de la expansión de dicho bloque de poder en el desarrollo de su proyecto estratégico de Unión Europea, es decir, de su “Espacio Geoestratégico”. Es interesante observar que de los 27 países que componen la UE sólo diecisiete son parte de la zona euro, lo que indica el grado de avance territorial del bloque franco-germano así como lo que le resta para consolidar su proyecto UE. Sin dicho espacio “corre el riesgo de perder relevancia geopolítica en un mundo envuelto entre un G2 de Estados Unidos y China”,[i] que en realidad sería un G1 ya que sin los aliados europeos y Rusia,
El enemigo declarado: “Chinlemania”  

El 22 de marzo de 2010, el Financial Times publicó un artículo firmado por uno de sus principales editorialistas, Martin Wolf, que se titula “China y Alemania: los exportadores que debilitan la economía mundial”.[i] Como se confirmará luego durante la reunión del G-20, en la propia voz de los conductores políticos de los bloques de poder en pugna, la guerra económica librada a nivel global adquirió para ese mes un nuevo nivel de intensidad.  En el plano político y en plano de las ideas el bloque angloamericano-globalista decidió manifestar públicamente y profundizar su lucha para modificar los llamados “desequilibrios globales”, a partir de los cuales se fortalecen peligrosamente los polos de poder rivales. Afirma Wolf:
“Chinlemania’ habló la semana pasada y el mundo escuchó. ¿Fue coherente lo que dijo? No. ¿Tuvieron sus palabras pretensiones de superioridad moral? Bastante. ¿Fue peligroso lo que dijo? Sí. ¿Prevalecerán las visiones más sabias? Lo dudo (…) Déjeme presentarle a Chinlemania, un compuesto de los dos mayores exportadores mundiales netos: China, con un superávit de cuenta corriente pronosticado de u$s 291.000 millones este año y Alemania, con un superávit previsto de u$s 187.000 millones.
¿Qué es lo que molestó a los intereses angloamericanos de chinlemania, en esta segunda fase de la crisis? Que ni China ni Alemania cedieron a las presiones de los Rothschild, Barclays, HSBC, Standard Chartered, Lloyd’s, RBS, Citigroup, etc.,[ii] ni tampoco a las presiones de los líderes políticos e intelectuales angloamericanos, para que modifiquen su política de agresiva exportación-ahorro-superávit comercial-inversión. En concreto, además de acusar a estos países como los causantes del desequilibrio económico mundial que produjo la crisis, a Alemania le reclaman que deje su política de ahorro y aumento de la competitividad de la industria y destine recursos al consumo mediante el incentivo de su demanda doméstica, disminuyendo su superávit y contribuyendo a la demanda global; mientras que a China la presión en el mismo sentido está puesta para que  modifique el tipo de cambio, fijado por el estado intencionalmente alto con respecto al dólar, lo que hace muy competitivas (baratas) sus exportaciones y bajos los costos de producción local, y para que también incentive su demanda doméstica y con ello la demanda global.
Los superávit crecientes de China y Alemania suponen los déficit comerciales de sus rivales, lo cual se agrava por los déficit fiscales crecientes debido al rescate público del sector financiero privado y los estímulos públicos para que no se profundice la recesión. Estos déficit vulneran la situación de los estados mientras que financian el desarrollo de los grandes exportadores.  
Ante estas presiones, las respuesta de China y Alemania quedaron graficadas en las palabras de Wen Jiabao en el cierre del Congreso Popular Nacional de China, golpeando contra EE.UU.: “Lo que no entiendo es depreciar la moneda propia, e intentar presionar a otros para apreciarla, con el fin de aumentar las exportaciones. En mi visión, eso es proteccionismo”[iii]. Y como para ser más incisivo, insistió en que estaba preocupado por la seguridad de las inversiones chinas en dólares.  La respuesta alemana fue algo similar: no estaban dispuestos a reducir artificialmente su competitividad, en palabras de Merkel.
Estos dos grandes exportadores mundiales financian mediante el superávit y el consecuente ahorro, los saltos de escala de sus empresas industriales y los cambios en la composición orgánica de su capital para volverse más productivos, es decir, producir cada vez más con menor tiempo social de trabajo, con menores costos. Para el imperialismo global angloamericano, dominante a nivel mundial, esto no sólo atenta contra las relaciones de fuerzas existentes en el plano económico, sino que en un contexto de crisis global le resulta más perjudicial aun, ya que afecta la demanda agregada global y no tracciona a las economías paralizadas de EEUU e Inglaterra. Vale aclarar que no sería problema alguno para nuestros economistas anglófilos, como de hecho no lo es, si ese exceso de oferta de estos países estuviese compuesto por materias primas. Tampoco sería problema alguno si las empresas exportadoras fueran las suyas o si fuesen propias las empresas que acumulan a partir de una política de estado en ese sentido, como de hecho no le es problema Corea del Sur o la misma China hace algunos años cuando exportaba baratijas. 
El actor dominante global que ya dio antes que sus rivales los saltos de escala especializándose en la conducción estratégica del sistema financiero necesita estimular la demanda a través del consumo y los planes de estímulo fiscales para consolidar su posición dominante y salir de la crisis como gran ganador global, institucionalizando su poder transnacionalizado. Por ello, el fortalecimiento de otros polos de poder con capacidad de proyección global contradice dichas intenciones, eso explica amenaza de guerra económica a sus rivales, como luego planteará Obama en una gira internacional.
El plan de Alemania de exportar-extender su modelo-estrategia de austeridad basado en el ahorro-inversión-producción-exportación-superávit agudiza lo que los ingleses y norteamericanos denominan “los desequilibrios globales”. Convertir a la zona euro (mediante el ajuste y la centralización económica), en una gran Alemania, es el gran temor angloamericano. La consecuencia sería la  profundización de los grandes “desequilibrios” globales que impiden la institucionalización global del poder financiero transnacionalizado deviniendo en Estado Global:
-         Profundización de la brecha entre países con superávit comercial y los países con déficit comercial (exportaciones-importaciones).
-         Profundización de la brecha entre países con superávit fiscal y déficit fiscal.
-         Profundización de los problemas de endeudamiento en los países con déficit gemelos con posibilidad que desemboquen en defaults.
-         Profundización de las medidas proteccionistas y de la guerra económica entre bloques.
Cuando esta lucha tiene de fondo una profunda transformación de las relaciones de poder a nivel mundial, con una crisis en el polo dominante cuya fracción avanzada impulsa un nuevo proceso instituyente y emergen o se fortalecen otros polos de poder mundial, estamos en presencia de una gran crisis mundial. 


En este escenario, las fuerzas angloamericanas intentan reducir esta brecha, suavizar la recesión, apaciguar los efectos del desequilibrio entre la capacidad de consumo y la capacidad de producción que se manifiesta en recesión,  aumentando el consumo mediante déficit y deuda pública, supliendo al sector privado, el cual aumenta su tasa de ahorro. Esto se ve claramente en los enormes déficit de EEUU e Inglaterra, cubiertos con emisión monetaria y deuda, que son la contracara del nivel de recesión existente. Por otra parte, al ser los principales controladores del negocio financiero global, se benefician con el negocio de la deuda: para el 2004 Londres controlaba el 70% del total mundial de operaciones en bonos globales.[iv] En contraposición, los alemanes y, en menor medida los chinos (cercanos a la tercera postura), profundizan dicha brecha para impedir ser subordinados, aumentando el ahorro. Así lo deja claro la canciller alemana Angela Merkel ante las presiones angloamericanas y en respuesta a una carta de Obama donde pide que (los alemanes, chinos y japoneses) gasten más y dependan menos de las exportaciones: “Los éxitos de las exportaciones alemanas –dice Merkel— reflejan la alta competitividad y fortaleza innovadora de nuestras compañías. Reducir artificialmente la competitividad no sería beneficioso para nadie”[v]. De hecho, la debilidad relativa de su sector financiero (como lo reconoce también la propia Merkel) no les deja otro camino que seguir aumentando la competitividad y fortalecer su modelo industrial de producción y exportación de medios de producción estratégicos y medios de consumo de alto valor agregado. En 2008 Alemania, a pesar del alto valor del euro, exportó por 1,47 billones de dólares, seguido por China (1,43 billones) y EEUU (1,3 billones, menos del 10% de su PBI); y del total de las exportaciones alemanas, el 17,5% correspondió a la industria automotriz, 14,8% a la de maquinaria y un 13,9% a los productos químicos. De 1990 al 2008, las exportaciones alemanas pasaron del 32% del PIB al 47%, las francesas del 21% al 26%, las italianas del 19% al 29% y las españolas del 16% al 26,4%. Estos números muestran el aumento generalizado a nivel mundial del comercio exterior de la UE y en particular la expansión del modelo alemán en Europa, y el gran peligro que para los intereses angloamericanos implica. A esto, habría que sumar el desarrollo de China, que exporta un 40% de su PBI (2008).[vi]
Lo que por un lado (el del gran capital europeo), es un fortalecimiento de la competitividad de las empresas de la zona euro por el aumento de la productividad de la fuerza de trabajo, por otra parte, el ajuste, la “austeridad” y la demanda deprimida generan fuertes tensiones sociales ya que se hace esquilmando con mayor fuerza a los trabajadores, al igual que sus rivales. La respuesta europea es disminuir dichas tensiones con la planificación estatal y ciertas prestaciones del llamado “estado de bienestar” que, por otro lado, ha sido muy desmantelado en nombre del ajuste y la competitividad. 
En una tercera posición, la política de los países y bloques de poder emergentes (que son producto de procesos democráticos nacionales y populares de recuperación de la soberanía) es producir superávit (ahorro), invertir y estimular el desarrollo de la producción nacional a través del estado, al mismo tiempo que estimulan la capacidad de consumo de sus pueblos, el mercado interno, para acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas y los procesos de inclusión social: económica, política y cultural. Transitan el doble camino con el fin de aprovechar la oportunidad histórica para la liberación nacional y social.    
A partir de los años 60 y 70 se entra en una nueva fase de crisis y transición con:                            1- el desarrollo de las redes financieras transnacionales-globales y de las fuerzas productivas (electrónica, informática, telecomunicaciones, robótica, etc.); 2- las pujas entre las potencias capitalistas con el desafío franco-germano al dominio absoluto del polo angloamericano en el mundo capitalista; 3- el estallido de Bretton Woods;                  4- la llamada crisis del petróleo y los flujos de petrodólares controlados por la city londinense que insufla de vigor a las redes financieras; 5- el desarrollo de la llamada “segunda guerra fría”; 6- los procesos revolucionarios nacionales y sociales que acontecen en lo que se denomina “Tercer Mundo” y los grandes levantamientos en los países desarrollados como el Mayo francés, la lucha por los derechos civiles en EEUU, etc. Se entra en un nuevo ciclo histórico cuya manifestación más contundente son las aproximadamente 200 crisis financieras entre 1974 y 2000. Es decir, 200 crisis en el sistema nervioso del capitalismo mundial.

La crisis que estalla en 2007-2008 en su forma financiera, seguida de crisis económica y de una multiplicidad de formas no económicas en que aparece la crisis, no es otra cosa que la manifestación más elevada de la transición histórica que impulsan tanto las redes financieras transnacionales angloamericanas y sus aliados hacia la institucionalización del “Estado Global”, contra el cual disputan y se levantan los imperialismos subordinados, como también –aprovechando la oportunidad histórica que se presenta— los bloques de poder emergentes de los países semi-coloniales y coloniales en procesos de desarrollo y liberación nacional y social.       


[i] Financial Times, 22 de marzo de 2010.
[ii] Si sumamos sólo los activos que controlan de forma directa e indirecta estas redes financieras que mencionamos la cuenta supera largamente todo el PBI anual de EEUU, la mayor economía mundial. 
[iii] Financial Times, 22 de marzo de 2010.
[iv] Carlos Marichal, Nueva historia de las grandes crisis financieras, Buenos Aires, Sudamericana, 2009, pp. 230.
[v] Wall Street Journal, Entrevista a Angela Merkel, 20 de junio de 2010.
[vi] José María Martinez Sánchez, "La crisis de septiembre de 2008: algunos datos y reflexiones" en Contribuciones a la Economía, junio 2010, http://www.eumed.net/ce/2010a/ 

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