viernes, 22 de julio de 2011

ENPL en la Campaña Nacional Florecen Mil Flores

Jóvenes solidarios aprovechan las vacaciones para arreglar la escuela

SOCIEDAD /  Son militantes que se sumaron a una campaña para mil colegios
21.07.2011 | 00.57   |   FacebookTwitter


En plenas vacaciones de invierno, un grupo de estudiantes universitarios y de la Escuela Secundaria Básica Nº 17, del barrio El Carmen de Berisso, cambiaron los libros y carpetas por brochas y tarros de pintura. Desde el lunes pasado, están trabajando para poner en condiciones el edificio ubicado 126 entre 29 y 30, en el marco de las segundas jornadas nacionales Néstor Kirchner “Pintamos 1.000 escuelas más”. La primera edición tuvo lugar en febrero y se llamó “Florecen 1.000 Flores. Pintamos 1.000 Escuelas”, ocasión en la que participaron alrededor de 25.050 jóvenes y se pintaron 1.117 escuelas en todo el país.
Después de un sabroso y calórico guiso, que los jóvenes almorzaron en un alto al trabajo, Martín Castillo (18), Rocío González (16), Belén Franco (15), y Corina Pluchinotta (17), tomaron las lijas y volvieron al trabajo sobre las paredes de las aulas que ellos habitan durante todo el año. Están contentos porque “está bueno hacer algo por la escuela”, dicen, y festejan que hace muy poco tiempo, consiguieron organizar el centro de estudiantes: “Se nos ocurren muchas ideas, hacemos festivales y cuidamos la escuela”, cuentan los chicos.
“Estamos lijando paredes para remover la pintura y los restos de pegamento, luego vamos a pintar las aulas, los baños y las cerraduras, y vamos a reponer vidrios”, contó a Diagonales Verónica Sforzin, coordinadora nacional del Movimiento Independiente Latinoamericanista Estudiantil (Miles), en el Encuentro Nacional Popular Latinoamericano, una de las organizaciones ligadas a lo que consideran “el campo nacional y popular” que se sumó a las jornadas. Entre tantas otras que replican la experiencia en establecimientos educativos del interior bonaerense y del país. 
Al primer piso de la ESB 17 concurren 330 jóvenes, sin contar los chicos de la primaria, que cursan en la planta baja, y los del Centro de escolarización para adolescentes y jóvenes, recientemente creado. 
El eje central de las Jornadas es la “participación solidaria” de toda la comunidad, con el objetivo de “transformar la realidad social que los rodea”: “Hicimos una campaña para que todo el barrio participe, los alumnos, los padres, la cooperadora y los vecinos, para fortalecer los lazos de solidaridad y el sentido de pertenencia a la escuela”, señaló.
Sforzin. “No tendría sentido que lleguemos nosotros, arreglemos todo en cuatro días y nos fuéramos porque a los dos días las paredes aparecerían pintadas de nuevo. En cambio, cuando todos se sienten parte del trabajo, se construyen nuevos valores, como el compromiso”, agregó Milton Oddone, del Miles. 
Y agregó: “Tienen que entender que la escuela no es sólo el lugar para venir a estudiar, sino para que ellos se relacionen entre sí, compartan cosas, crezcan juntos”. 
“Esta es una oportunidad, una herramienta que nos permite trabajar con toda la comunidad y volver a entrelazar vínculos que estaban rotos”, concluyó su compañera. 
Por su parte, Verónica Sosa, directora del establecimiento, indicó que “el proyecto fue muy bienvenido. Es la primera vez, en cuatro años, que se pinta la escuela. Y recibir ayuda de organizaciones sociales es muy importante”. 
La escuela de Berisso, emplazada cerca de un arroyo y de un inmenso descampado, recibe a diario a chicos y jóvenes, muchos en situación de vulneración social y económica. Según los jóvenes solidarios, la idea es propiciar espacios de encuentro y de contención, porque sólo considerándose parte de un momento histórico podrán allanar el camino hacia una realidad mejor.

viernes, 15 de julio de 2011

Calificadoras de riesgo y crisis global

 
Calificadoras de riesgo y crisis global

Por Walter Formento y Gabriel Merino[i]
CIEPE, 15 de julio de 2011
“las agencias enfrentan un incentivo a sobreestimar la calidad del título de manera de construir una buena relación con el cliente”. “Los honorarios influencian demasiado sus calificaciones”. (…) Aunque existen alrededor de 150 firmas, las tres más grandes tienen en su poder alrededor del 95 por ciento del mercado. Standard & Poor’s y Moody’s ostentan un 40 por ciento cada una, mientras que Fitch, el 15 por ciento. La estrecha vinculación entre las agencias y bancos y aseguradoras hizo que productos financieros riesgosos fueran calificados con la máxima nota, al igual que débiles bonos soberanos. Banco Mundial “El derrumbe de la securitización estructural de 2007”

La importancia de la calificación de deuda que imponen estas agencias sobre empresas y estados es que la mayor parte de los inversores siguen estas calificaciones para tomar sus decisiones de inversión. Incluso muchas entidades como los fondos de pensión e inversores, que no pueden invertir en negocios de alto riesgo, poseen reglamentaciones de cumplimiento automático atadas a las calificaciones de deuda (en mucha mayor medida de S&P) por las cuales en el momento en que una calificación de deuda baja a determinado nivel, automáticamente deben vender sus posiciones. Es decir, si S&P decide bajar la calificación de deuda de AAA a AA+, automáticamente determinadas entidades financieras venden los bonos de la deuda de dicho país o empresa. Al mismo tiempo que se baja la calificación de deuda, se encarece la tasa que un país/empresa debe pagar para emitir más deuda. Esto, en una situación de déficit, con recesión, alto desempleo y profundización de la crisis, como en los llamados países PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), refuerza las posibilidades de quiebra, porque endeudarse se vuelve más caro y cada vez salen más recursos de los que ingresan, como en la Argentina en 2001.

Hay tres grandes calificadoras de riesgo en el mundo:                Standard & Poor’s (S&P), Moody’s y Fitch Ratings, ubicadas en ese orden en cuanto a su peso e importancia. La S&P pertenece a la corporación mediática-educativa McGraw-Hill, que es parte de una red financiera más amplia: uno de sus principales accionistas (10%) es la red financiera transnacional, con origen en la City londinense, Barclays[ii], parte del área de influencias Rothschild, una de las redes angloamericanas de mayor escala global. Por otro lado, el principal accionista de Moody’s, la segunda calificadora de riesgo en importancia, es el fondo de inversión norteamericano Berkshire Hathaway del magnate Warren Buffett, que es uno de los principales inversionistas de la banca de inversión Goldman Sachs, parte del área de influencias Rockefeller, y que entre otras empresas posee Kraft Food, Pacific Corp., MidAmerican Energy Holdings, el periódico The Washington Post,[iii] grupo Clarín, etc. En tercer lugar se encuentra Fitch Ratings, cuyo dueño es la firma francesa Fimalac, perteneciente a Marc Ladreit de Lacharrière, director de Renault, L’Oreal, Casino y miembro del Consejo Consultivo del Banco de Francia (Banco Central)[iv].

El saber quién es quién en las calificadoras de riesgo nos permite entender –aunque como todo, no de forma lineal— a qué juega y cómo juega cada una de ellas en estos hechos. Una rápida mirada muestra con bastante claridad que a fines de 2009 mientras Fitch Ratings apuntaba sus cañones sobre Grecia, en consonancia con la política de Bruselas (capital de la UE) de forzar un fuerte ajuste en dicho país y dar paso a una mayor centralización del gobierno económico europeo mediante la revisión económica centralizada de los países miembro por parte de las autoridades de la UE; por otra lado S&P, si bien también presionaba sobre Grecia, se concentraba sobre España, alentando el efecto “contagio” sobre el conjunto de la periferia. España, en caso de caer, arrastraría atrás de sí al euro y a los bancos franceses y alemanes del plan Unión Europea. En cambio Moody’s parecía no apreciar de igual forma la situación europea, entre otras razones quizá porque Goldman Sachs, parte de la misma red de intereses de Moody’s, era la principal banca de inversión que venía haciendo negocios con el maquillaje de las deudas y no era de su interés el debilitamiento de la Unión Europea y la caída del euro hasta ese momento. Por el contrario, a fines de 2009, apuntaba las presiones hacia el bloque angloamericano-global, amenazando con las rebajas en calificaciones de la deuda británica y de la deuda estadounidense, cuyos gobiernos (Obama-Brown) ampliaban su déficit y no mostraban intenciones de ajustar. La política de ajuste era promovida tanto por el bloque franco-alemán (especialmente Alemania), como por la cúpula del partido republicano norteamericano, la banca americana aliada, los mass media neoconservadores norteamericanos (Wall Street Journal parte de News Corporations, etc.) y la propia Moody’s. Incluso, dicha calificadora planteaba buscar la forma de incorporar a Estados Unidos y el Reino Unido como parte de los PIIGS (cerdos en inglés)[v].

Reconstruyamos los hechos para ver el papel que juegan las calificadoras. En enero de 2009, antes de que se desatara el vendaval sobre Europa, S&P rebajó la calificación española, quitándole la nota máxima sobre su deuda, y también la de Grecia. Recién en octubre, cuando sale a la luz que el déficit griego era cuatro veces mayor de lo declarado, en una situación de recesión y sobreendeudamiento, Fitch y Moody’s ponen en revisión con perspectiva negativa la calificación de la deuda Griega, pero mantienen la máxima calificación de la deuda española.

Entre el 7 y el 9 de diciembre de 2009, cuando se profundiza la batalla sobre Europa, luego del resultado negativo para la city londinense del reparto de cargos en la UE[vi], la sanción del Tratado de Lisboa y la crisis de Dubai, la “neoyorkina-londinense” S&P vuelve a la carga sobre España y Grecia, pasando la perspectiva de estable a negativa en la calificación de sus deudas (situadas en AA+ y A- respectivamente). Mientras que la francesa Fitch decide rebajar la calificación de la deuda griega de A- a BBB+ y nada dice sobre España. En contraposición, y cambiando el blanco de los ataques, Moody’s el 8 de diciembre plantea que el deterioro de las finanzas públicas de Estados Unidos y el Reino Unido pueden acabar poniendo a prueba su calificación máxima de triple A, y nada dice sobre Grecia y España. En este contexto de profundización del enfrentamiento entre bloques de poder mundial, con caídas generalizadas de las bolsas europeas, las autoridades de la Unión Europea vuelven a repetir lo que ya habían advertido cuando Irlanda entró en crisis: nunca se dejará caer a un estado del euro[vii]. Para mediados de diciembre, luego de las amenazas, S&P hace efectiva la rebaja de la deuda griega, mientras que Moody’s recién el 21 de diciembre de 2009 rebaja la calificación de deuda de Grecia, aunque a un nivel increíblemente distinto de las otras dos calificadoras: pasa la nota de A1 a A2, es decir, dos escalones más arriba de S&P y Fitch, y considerando “extremadamente improbable que el país sufra a corto plazo problemas de liquidez o refinanciación”[viii].                           ¡Qué diferencias de interpretación y análisis!

En este escenario, las salidas planteadas por los sectores dominantes en pugna, de acuerdo a sus intereses son: 1. default y reestructuración de deuda (pierden los bancos franceses y alemanes, debilitando la Eurozona); 2. ajuste y centralización, que lo pagan los trabajadores y el pueblo con desempleo y rebajas de los salarios (lo que proponen Francia y Alemania en nombre de la austeridad y competitividad); 3. rescate mediante el otorgamiento de dinero para cubrir la deuda y el déficit, que siempre viene con un conjunto de condiciones de ajustes, privatizaciones, etc. (sobre la forma y las condiciones del rescate pelean los bloques en pugna); 4. devaluación, que en general también recae sobre los asalariados deprimiendo sus salarios reales (en este caso implica salida del euro y la victoria del imperialismo global angloamericano). La otra salida para que la crisis no la paguen los trabajadores y los pueblos es hacer de la crisis una oportunidad histórica. En gran medida es lo que viene sucediendo en varios países de Latinoamérica en tanto que la lucha en las alturas se profundiza: protección a la industria nacional (estatal o privada); barreras contra el capital especulativo; profundización de la intervención estatal en la economía, especialmente con el control estatal de los resortes financieros; estimulación del consumo ampliando el mercado interno; distribución de la riqueza progresivamente aumentando salarios, prestaciones sociales y facilitando los beneficios a la producción nacional; refuerzo de la integración regional entre los países dependientes o semi-coloniales para romper la máxima del “divide y reinarás”, tan cara a nuestros pueblos.

Con la profundización de la crisis europea, las calificadoras de riesgo hacen cada vez más explícito su accionar en la guerra financiera, dejando en claro que son instrumentos de los distintos bloques de poder que pujan en el actual escenario de crisis global. En este sentido, Moody’s amenaza a EEUU con bajar su nota de calificación, lo que de producirse constituiría un nuevo Lehman Brothers, hecho por el mismo jugador: si en 2008 el ministro de economía de Bush, Paulson, ejecutivo de la Goldman Sachs, decidió la caída de dicha banca de inversión, volviendo global, profunda y estrepitosa la crisis financiera global, ahora la calificadora de riesgo ligada a la Goldman Sachs es quien amenaza con un nuevo descalabro, con un nuevo golpe al sistema financiero global. Jugada que va de la mano con el abroquelamiento del partido republicano para impedir el aumento del límite de endeudamiento de los EEUU, lo cual pondría al gobierno de Obama en la necesidad de declarar el default si no hace un ajuste drástico tal y como lo reclaman Moody’s, los republicanos neoconservadores, el Tea Party y la banca JP Morgan, beneficiada por el gobierno republicano y Paulson en especial con la entrega de uno de los bancos caídos (el Bearn Stearns) a precio de remate. Ante esta nueva movida, el Citigroup, el principal perjudicado anteriormente por la caída del Lehman, declaró: “Preguntar qué puede pasar con la economía estadounidense tras un default del Tesoro es como preguntarle a alguien qué va a hacer después de suicidarse”, dijo Steven Wieting, analista de Citigroup, dando cuanta que el mundo puede venírsele otra vez encima y ya el poder de Obama no va a alcanzar para poder rescatarlo. También hizo la misma amenaza la agencia de calificación China,  Dagong, que incluso ya bajó la nota de la deuda de los EEUU de AA a A+. Recordemos que fue China quien a través de su financiamiento a España y Grecia, y comprando euros, permitió al eje germano-francés superar la escalada financiera de mayo de 2010.

Por otro lado, Moody’s bajó la nota a basura de Portugal e Irlanda golpeando sobre sus rivales angloamericanos (y angloamericanos-españoles como el Santander), tratando de correr el eje de la crisis europea, en línea con la estrategia americana de que las esquirlas de la debacle europea también lleguen a la city londinense. Mientras tanto, S&P se concentra en Grecia, España y, ahora, Italia (dónde también juega la americana Moody’s), en donde los bancos franceses están más expuestos. En Italia, la mitad de la deuda está en manos de bancos de dicho origen! “Europa está preparada para defender a la zona euro” (FT, 12-7-2011), aseguró el ministro holandés de Finanzas, Jan Kees de Jager, que parece estar defendiendo una fortaleza sitiada. Y como para dejar en claro que los asedios van a seguir, desde la banca de origen británica Barclays, Antonio García Pascual, declaró: “El actual programa de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, en el que el sector oficial incrementa lentamente sus tenencias de deuda griega, no disipó la preocupación de los inversores con respecto a un eventual default”. Más leña al fuego.

Por su parte, la francesa Fitch, en línea con sus intereses, sigue castigando a Grecia para avanzar en el plan de ajustes y forzar las privatizaciones, pero es “paciente” con Italia. Será porque los bancos franceses tiene la mitad de la deuda y todavía no quieren mover ese avispero, que asciende a más de medio billón de euros?

Como se ve cada cual atiende su juego, y cada país es tratado de acuerdo a la estrategia en dicho territorio del bloque de poder al que pertenece la calificadora. El problema es que con la agudización de los enfrentamientos, que constituye el fondo de la agudización de la crisis, las agencias pierden todo criterio de “objetividad”. En realidad, se rompió el criterio de objetividad impuesto-instituido y cada uno de los bloques en pugna trata de imponer su propio “criterio de objetividad” dejando en evidencia que lo único que existe de objetivo detrás del mismo es que se trata de una relación de poder. La crisis avanza y destruye todo lo instituido. La lucha por el orden emergente ya amenaza con devorar a una de las instituciones centrales del sistema financiero global angloamericano: las calificadoras de riesgo. Pero la cuestión es si nuevamente estalla EEUU, si arrastra a China y si el eje germano-francés logra defenderse del asedio. 



[i] Este artículo contiene parte de las investigaciones expuestas en el capítulo referido a la crisis europea del libro en prensa: Crisis financiera global. La lucha por la configuración del Orden Mundial. Peña Lillo/Ediciones Continente, Buenos Aires, 2011.   
[ii] http://es.transnationale.org/empresas/mcgraw_hill.php.
[iii] www.transnationale.org/companies/berkshire_hathaway.php, Financial Times, Wall Street Journal y Les Echos.
[iv] http://fr.wikipedia.org/wiki/Marc_Ladreit_de_Lacharri%C3%A8re, y también en la revista Forbes: http://www.forbes.com/lists/2007/10/07billionaires_Marc-Ladreit-de-Lacharriere_6EPK.html.
[v] El País, 9 de diciembre de 2009.
[vi] Resultado saludado con mucho beneplácito y públicamente por parte de China y Rusia.
[vii] El País, 9 de diciembre de 2009.
[viii] El País, 22 de diciembre de 2009, y La Nación, 22 de diciembre de 2009.

jueves, 7 de julio de 2011

viernes, 24 de junio de 2011

LA CRISIS EUROPEA (primera parte)

LA CRISIS EUROPEA[1]

Por Walter Formento y Gabriel Merino
CIEPE, Mayo de 2011

(Este artículo resume alguna de las tesis desarrolladas en el capítulo referido a la crisis europea del libro en prensa: Crisis financiera global. La lucha por la configuración del Orden Mundial. Peña Lillo/Ediciones Continente, Buenos Aires, 2011.)

La crisis de los llamados “cerdos” (PIIGS: Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España)        

El desenlace de la crisis europea dio inicio a la segunda fase de la crisis global. Cuando muchos multimedios, intelectuales y empresarios intentaban instalar la idea de que la crisis había sido superada, se desató una nueva fase de la tormenta.
El 20 de octubre de 2009, el recientemente asumido primer ministro griego, Yorgos Papandreu, informa a Eurostat, la oficina europea de estadísticas, que el déficit de su país acabará en el nivel del 12,5% del PIB y no en el 3,7% como se había anunciado en principio. El gobierno conservador había ocultado el déficit real de Grecia y, ni bien asume el socialdemócrata Papandreu, desde Bruselas (capital administrativa de la Unión Europea) se presionó a Grecia para que blanquee el déficit real, advirtiéndole que los datos sobre sus cuentas no eran muy claros y de mucha confianza. Es la propia Unión Europea (UE) la que presiona sobre Grecia y le impulsa a hacer un ajuste de sus cuentas fiscales.
Grecia pasa a ser miembro de la zona euro en el año 2001. Para cumplir con los límites de déficit impuestos por la UE falseó sistemáticamente sus cuentas con la ayuda de la banca de inversión americana, Goldman Sachs. ¿Cómo lo hizo? Haciendo pasar miles de millones de euros de deuda externa como divisas y no como préstamos, es decir, como activos en vez de pasivos. A cambio, Goldman Sachs recibió 300 millones de euros como comisión de la operación y colocó 735.000 millones de euros en  bonos a partir de 2002.[i]
La pregunta es por qué la UE, encabezada por el eje franco-alemán, decide hacer visible el déficit real griego y las jugadas de encubrimiento, algo que ya sabía con anterioridad.
En un principio, se trata de una cuestión interna de la Unión Europea, para profundizar el control sobre los países miembros y propiciar la centralización-fortalecimiento del gobierno europeo. El objetivo de Bruselas, trazado por la fracción franco-alemana, era fortalecer su posición en los países periféricos del territorio de la UE: ajustar las economías para mejorar las finanzas públicas asegurando que los bancos franceses y alemanes fuertemente expuestos en España, Portugal, Italia, Grecia e Irlanda no tengan problemas en cobrar sus deudas, consolidando su posición para salir de la crisis con un gobierno europeo fortalecido a partir del control de los presupuestos de los países miembros, con regulaciones financieras más estrictas, compra de empresas en los países periféricos de la unión y controlando los eslabones débiles en donde pueden hacer pie los golpes financieros. 
Al interior de la zona euro existe un fuerte desequilibrio, con países superavitarios y países deficitarios. En 2006,  Alemania tenía un gran superávit de u$s 190 mil millones (6,5% del PBI) y Holanda uno de u$s 64 mil millones (9,4% del PBI). En el extremo opuesto estaban los importadores de capital, España a la cabeza con un enorme déficit de u$s 111 mil millones (9% del PBI), junto a Grecia, Portugal, Italia e Irlanda. Esto se profundizó con el estallido de la crisis financiera.
¿Por qué se daban estos desequilibrios? El ejemplo de Argentina con la convertibilidad (el peso atado al dólar, al tipo de cambio 1$ a 1U$s), como parte de la subordinación del territorio nacional a los intereses angloamericanos, resulta bastante ilustrativo. Al atarse a una moneda fuerte, en este caso el “euro”, estos países perdieron competitividad y vieron retroceder su producción industrial, ahora encarecida para los extranjeros, con lo que comenzaron a importar más de lo que exportaban, especialmente desde los países altamente productivos como Alemania, que son los que controlan el Euro. Este déficit, así como el boom de consumo por poseer moneda fuerte (en nuestro caso: viajes a Miami, consumo de bienes suntuarios, consumo de importaciones desde todo por $2 hasta medios de producción y bienes de consumo que antes se producían localmente) se financió mediante deuda. La deuda era otorgada por los bancos pertenecientes, principalmente, a las redes financieras de origen francés y alemán, es decir, los actores dominantes del proyecto estratégico Unión Europea. La deuda, como sabemos, es un instrumento central  para el control de territorio, porque el acreedor impone al deudor un conjunto de condiciones que van re-moldeando la economía de un país e imponiendo o condicionando sus cuadros dirigentes en función de si se acomodan o no a dichos intereses. Al mismo tiempo, los capitales franco-alemanes –y en  menor medida otros que pasaron a formar parte del selecto grupo de grandes capitales de la UE propietarios de las principales empresas paneuropeas—  se fueron haciendo de los activos de los países periféricos de la UE (bancos, industrias, empresas estatales de servicios, etc.). En síntesis, centralizando capital, garantizando mercado para la venta de bienes estratégicos,  profundizando el control sobre el territorio social, apropiándose de las empresas estratégicas de producción bienes de capital y armamento, e instalando empresas propias en la periferia europea con costos menores de producción.

Uno de los objetivos de Bruselas al presionar a Grecia, haciendo público su déficit real, fue obligarla a ajustar y vender-privatizar-transferir-enajenar los activos estratégicos que aun quedan en manos del estado, el único capital de origen griego en sentido estricto. Se fuerza una devaluación en los activos locales para facilitar el proceso centralizador.

Todo este proceso en Grecia y en la periferia de la UE, transcurría internamente sin mayores sobresaltos, hasta que dos hechos median para que se desate la llamada crisis europea:              

1- La firma del Tratado de Lisboa y la lucha por el reparto de los cargos en la Unión Europea, donde sale fuertemente perjudicada la city londinense.
2- La crisis de Dubai, que afecta principalmente a los intereses angloamericanos.  

La firma del Tratado de Lisboa: hacia un la construcción de un gobierno europeo
Después de diez años de negociaciones, los 27 miembros de la UE ratificaron en noviembre de 2009 el Tratado de Lisboa, dándole mayor institucionalidad al bloque y reforzando la construcción de un gobierno europeo. Sin embargo, no todos los países quedaron sujetos al mismo, mostrando el enfrentamiento interno por el control de Europa: el Reino Unido, Polonia y República Checa, quienes retrasaron la firma del tratado, negociaron para no tener la obligación de cumplir con la Carta de Derechos Fundamentales de la UE.
El Tratado de Lisboa es un marco institucional con similares objetivos a los establecidos en la constitución europea que intentó aprobarse por referéndum en el año 2005. En la constitución como en el Tratado se refuerza el proyecto estratégico de Unión Europea, desde los intereses del bloque de poder franco-germano, a partir de imponer una nueva institucionalidad:

-         Un ministro de relaciones exteriores, es decir, la centralización de la política exterior europea.
-         Un presidente estable del Consejo de Europa (consejo constituido por los jefes de estado de los países miembros) en reemplazo de la actual rotación semestral, lo cual tiene como objetivo mantener la “continuidad de acción”.
-         El aumento del poder del Parlamento Europeo en detrimento de los parlamentos de los países miembros.
-         Por último, estableciendo que la Unión Europea es la única instancia con competencia para fijar las reglas de la política comercial común.

Este es el gran salto político estratégico que necesitaba el eje franco-germano para constituirse como uno de los polos de poder mundial con capacidad de influir centralmente en la lucha por la configuración del orden global. Sin la institucionalización que permite la centralización del gobierno europeo este bloque de poder queda reducido a un papel de aliado subordinado del imperialismo angloamericano. En este sentido Chirac, el entonces presidente francés, enfrentado fundamentalmente con la posición anglosajona representada por el primer ministro británico, Tony Blair, afirmaba que si ganaba el NO a la Constitución Europea “los que tienen una concepción ultraliberal de Europa tomarán el comando... Esto conducirá a una Europa sin ambición política y reducida a una simple zona de libre cambio.”[ii]

El NO a la constitución europea triunfó en el año 2005. Sin embargo, el debilitamiento del polo angloamericano a partir de la crisis global del 2008, la profundización de la lucha entre fracciones a su interior, el empantanamiento en las guerras de Medio Oriente, el desarrollo del multipolarismo y el avance relativo del complejo industrial franco-germano permiten lograr a fines del 2009, lo que cinco años antes no habían podido.

Firmado el Tratado de Lisboa pasan a negociarse los lugares en la conducción en el nuevo esquema de gobierno europeo, donde el gran perdedor es la city londinense, que si bien logra ubicar a la laborista Catherine Ashton en el cargo de alto representante de Política Exterior y Seguridad, pierde los lugares claves de regulación y control económico de la Unión Europea (UE). Por otra parte, como se vio en los meses subsiguientes, la política exterior de la UE en términos reales siguió estando en manos del presidente francés y de la canciller alemana. Así lo expresó el propio presidente francés, Nicolás Sarkozy, en lo que fue una declaración de guerra a la city londinense:

Quiero que el mundo vea la victoria del modelo europeo, que no tiene nada que ver con los excesos del capitalismo financiero (…) los británicos son los grandes perdedores (…) Nadie puede decir que la ausencia de regulación, o una regulación blanda, tal y como la llamó Brown, nos haya hecho ningún bien.”[iii]

El contraataque de la city londinense apuntó a las debilidades económicas de la periferia europea, agudizadas tras la crisis económica mundial, reflejadas en los crecientes déficit fiscales y de cuenta corriente, cubiertos por un fuerte endeudamiento. La situación de déficit y endeudamiento no es distinta a la del Reino Unido, con un 13% de déficit sobre el PBI (el más grande en tiempos de “paz” de la historia del Reino Unido) y los Estados Unidos, con un déficit del 10,6% del PBI, equivalente a 1,56 billones de dólares. Si tenemos en cuenta el promedio de la zona euro, vemos que el déficit fiscal es del 6% del PBI, notablemente inferior al de Estados Unidos y el Reino Unido. También el promedio de deuda de la zona euro, en torno al 80% del PBI,  es diferente de los niveles de Estados Unidos y el Reino Unido. Sin embargo, la diferencia radica en que Londres y Nueva York tienen un banco central poderoso, dispuesto a barrer a quien apueste en su contra. Y los mercados conocen esas armas de disuasión, la vertiente política de la situación fiscal".[iv]  Y, por otra parte, tienen los instrumentos necesarios para producir golpes financieros en gran escala (Fondos Financieros de Inversión Global, Bancas de Inversión, Calificadoras de Riesgo, etc.) cuyo centro neurálgico en Londres y Nueva York.

Los dos países claves sobre los cuales van a descargarse en principio los ataques especulativos, precedidos por bajas en la calificación crediticia, van a ser Grecia y España. Si Grecia era el objetivo sobre el que apuntaba Bruselas, España por su peso en la zona Euro y por el volumen de su deuda era el objetivo de los intereses opuestos al avance de la Unión Europea. “Grecia desató la crisis que aflige a la zona euro. España, sin embargo, es el país que podría determinar la supervivencia de la moneda común.”[v]


La crisis de Dubai

El antecedente del estallido de la crisis europea es la crisis de Dubai, desatada el 25 de noviembre de 2009, que también golpea sobre la city financiera londinense al igual que la firma del Tratado de Lisboa y el reparto de cargos en la Unión Europea. Este pequeño emirato, parte de los Emiratos Árabes Unidos, provocó un descalabro global al anunciar que el estado no se haría cargo del pago de la deuda del fondo de inversión estatal Dubai World (de más de 60.000 millones de dólares) y pidió un plazo de 6 meses a sus acreedores.

La crisis de Dubai es especialmente significativa porque es la plataforma financiera y portuaria desde la cual los intereses angloamericanos intentan controlar el Golfo Pérsico, contrarrestando y bloqueando el desarrollo autónomo de Irán y de los países de una región muy rica en recursos naturales, así como del nacionalismo árabe en general, con su propuesta histórica de construcción de una gran nación, que entre el siglo X y el XVI se extendió hasta la península Ibérica. Dubai es para la región del Golfo Pérsico lo que Singapur para el sudeste asiático y Hong Kong para China: el nodo-centro financiero, portuario, comunicacional, informático y de inteligencia estratégica desde los cuales desplegar las fuerzas, operar sobre el “continente” y controlar dichos territorios desde el plan de las redes financieras globales.


La crisis de diciembre de 2009.
El primer momento de la segunda ola de la crisis global.

La calificadora de riesgo con sede en Londres, Standard & Poor’s (S&P)[vi], fue la primera en bajar la nota de la deuda española. De hecho, ya lo había hecho un año antes del estallido, el 19 de enero de 2009, cuando bajó la calificación de la deuda española de AAA (la máxima) a AA+, cuatro días después de bajarle la nota a Grecia. Ninguna de las otras dos calificadoras de riesgo, Moody’s y Fitch, acompañaron dicho cambio negativo. De similar forma, el 9 de diciembre de 2009, luego de la crisis en Dubai y de que el semanario londinense The Economist apunte los cañones sobre España calificando a dicho país como el gran enfermo de Europa, S&P pasó la perspectiva de calificación de la deuda española de estable a negativa. Un día antes, había cambiado la perspectiva de calificación de la deuda Griega de estable a negativa, acompañada por la calificadora Fitch quien bajó la calificación de la deuda griega de A- a BBB+. Ni Fitch ni Moody’s (la otra gran calificadora internacional) cambiaron en absoluto la nota española a pesar de manejar los mismos indicadores: un 19% de desocupación, un déficit fiscal del 11%, un déficit de cuenta corriente de 5,4% y una recesión galopante. Por el contrario, mantuvieron la máxima calificación crediticia: AAA. Sobre la baja de calificación de S&P, comenzaron a montarse los ataques especulativos, centrados en las apuestas sobre la cesación de pagos de los seguros de default (credit default swaps).
El golpe descalabró por completo la situación europea, particularmente debido a España por ser la cuarta economía de la zona euro y por el nivel de exposición de la banca europea en dicho país (como se observa en el cuadro 3, en especial la banca de las redes financieras francesas). Un especialista económico español azorado por la situación y la para él incomprensible jugada de las calificadoras de riesgo, reflexiona:
“Para terminar este infeliz derrotero, el día miércoles Standard & Poors, quien ya había rebajado en enero último la calificación de España de AAA a AA+, decidió pasar su perspectiva de "estable" a "negativa". Nuevamente, los mercados reaccionaron en forma negativa. Lo sorprendente de este caso fue que al igual -que lo sucedido con Grecia- la riesgosa situación de España dada por una peligrosa combinación de elevados valores de déficit fiscal (10%), deuda pública (70%) y desempleo (17%) ya era harto conocida.”[vii]
Sin embargo, aunque la situación española era harto conocida, todavía no se había producido la firma del Tratado de Lisboa y el desplazamiento de Londres de los principales espacios de poder del nuevo gobierno europeo, como tampoco la crisis de Dubai.
A partir de estos hechos comienza a transitarse la llamada crisis europea y con ella la Segunda Ola de la crisis global. Antes de que dicha situación se profundice hacia abril-mayo de 2010 –cuando cruje el sistema financiero global, la administración norteamericana inicia su ofensiva contra Goldman Sachs, hay elecciones en el Reino Unido, se abre la interna entre Francia y Alemania en torno a las decisiones de la Unión Europea para “rescatar” a los caídos y salir de la zona de tormenta impidiendo el desmembramiento de la zona euro, y las posibilidades de cesación de pago de la deuda se vuelven muy próximas en la Unión Europea— el economista Joseph Stiglitz, uno de los principales asesores económicos del primer ministro británico Gordon Brown[viii], advierte:

“sorprende la velocidad con que las fuerzas a favor de la situación pre–2007 se reagruparon y seguir como si nada pasara generará problemas para el futuro. El optimista que hay en mí espera que no haga falta otra crisis para impulsar por fin el proceso político. El pesimista que llevo dentro dice que puede ser necesario que eso pase.”[ix]

Más claro imposible: es necesaria una nueva ola de la crisis (la segunda ola) para llevar adelante e imponer un determinado proyecto estratégico (“proceso político”), que configure un determinado orden global. Al no haber acuerdo, necesariamente hay crisis y enfrentamiento: el proceso impulsado por las fuerzas más avanzadas del capitalismo financiero global, que pretende ir hacia la superación de la situación pre-2007, se contrapone con otros proyectos estratégicos sostenidos por bloques de poder contrarios a sus intereses. Hasta que dicho enfrentamiento no se resuelva de algún modo, la crisis global en todas sus formas, planos y expresiones seguirá agudizándose.  


[1] Este artículo resume alguna de las tesis desarrolladas en el capítulo referido a la crisis europea del libro en prensa: Crisis financiera global. La lucha por la configuración del Orden Mundial. Peña Lillo/Ediciones Continente, Buenos Aires, 2011.    


[i] Ver Revista Poder 360º, “La mala hora de Europa”, Silverio Gómez Carmona, 2 de junio de 2010.
[ii] Clarín, 27 de mayo de 2005
[iii] Agencia Reuters, 3 de diciembre de 2009.
[iv] El País, 21 de febrero de 2010.
[v] Wall Street Journal, 16 de diciembre de 2009.
[vi] Si bien su cede formal es Nueva York, su centro principal de operaciones es Londres.
[vii] Luis Palma Cané, La Nación, 13 de diciembre de 2009.
[viii] El País, 21 de febrero de 2010, en este sentido señala: En Londres, 60 economistas (encabezados por el Nobel Joseph Stiglitz) respaldan la política del Gobierno laborista, partidario de no aplicar aún la dura medicina de las subidas de impuestos; pero una veintena de expertos reclama justo lo contrario. En EEUU no hay plan: Obama ha delegado en una comisión que aportará ideas ante la guerra abierta entre republicanos (en contra de las subidas fiscales y a favor de recortar gastos) y demócratas (partidarios de la receta contraria, grosso modo).” En síntesis, el Plan Brown vs el Plan Paulson, los únicos planes reales que hay. 
[ix] Clarín, suplemento iEco, 21 de febrero de 2010. Reproduce la nota del diario británico The Guardian. 

LA CRISIS EUROPEA (segunda parte)

Por Walter Formento y Gabriel Merino
CIEPE, Mayo de 2011

Golpe sobre los bancos europeos y el euro

Haciendo una lectura de la deuda europea podemos observar:    

·                    Los mayores inversores de deuda en los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) son los bancos franceses con el 40%, seguido de los alemanes con el 31,4%. Los bancos de Francia y Alemania suman el 71% del dinero prestado en los PIIGS, mientras que los bancos ingleses no llegan al 18%.
·                    Los bancos franceses tienen su mayor grado de inversión/exposición en Italia con el 56,7% del total de sus tenencias de deuda en los PIIGS. El segundo lugar de inversión/exposición es en España con el 31%. Esta banca concentra su inversión/exposición en un 80,3% en Italia y España, del total de PIIGS.
·                    Los bancos alemanes tienen sus inversiones distribuidas en tres países: España 33,8%, Italia 27% e Irlanda 26%, que suman el 86,8% del total de sus tenencias de deuda de los PIIGS.
·                    La Banca Inglesa concentra su mayor inversión/exposición en Irlanda, con el 43% del total que tiene en los PIIGS, que además es muy bajo con respecto a su escala global, muchísimo mayor que la de los otros países.
·                    La banca Holandesa concentra su inversión/exposición en España con el 49,5% de su total en los PIIGS. Luego en Italia con el 27,5%.
·                    En Grecia la banca con mayor inversión/riesgo es la francesa con el 52%, seguida por la germana con el 30%. Ambas reúnen el 82% de los fondos de inversión/riesgo y poseen el 64% total de la deuda griega.
·                    En España la banca con mayor presencia/exposición es la alemana con el 35%, seguida por la francesa con el 31%. Reúnen ambas el 66% de la deuda española de las cuatro grandes bancas (82% del total), mientras que del total de deuda española los bancos franceses y alemanes controlan el 54%.
·                    En Portugal las bancas con mayor presencia son la germana 40% y la francesa con 38%, reuniendo el 78% de la deuda entre las cuatro bancas.
·                    En Irlanda las bancas con mayor inversión en deuda pública es la Germana con el 41% y la Británica con el 38,4%, de las cuatro grandes bancas.
·                    En Italia la banca con mayor presencia es la francesa con el 60%, seguida por la germana con el 22,5%, de las cuatro grandes bancas. Entre ambas administran el 69% del total de la deuda pública italiana.

Como se observa, es evidente el enorme impacto que podría llegar a tener un default en alguno de los países de la “periferia europea”, es decir, en los países en donde se libra el enfrentamiento, especialmente en los grandes como Italia y España: sería un golpe mortal sobre el capital financiero transnacional franco-alemán que traería la inminente caída del euro y del proyecto estratégico Unión Europea. La banca francesa y alemana está expuesta en dichos países en casi 1,6 billones de dólares (tres veces todo el PBI argentino a precios de poder adquisitivo real). Si a eso agregamos que las multinacionales que son parte de las redes financieras francesas y alemanas tienen en esos países muchos de sus activos, tanto por las adquisiciones que fueron haciendo como por la instalación de sus propias sucursales, la ecuación es bastante simple: con la caída de los PIIGS, el eje franco-germano queda excluido y completamente subordinado en el enfrentamiento por la configuración del Orden Global. Con lo cual también se debilitan sus aliados tácticos como Rusia y China, que en conjunto conforman lo que las fuerzas angloamericanas denominan el bloque continental euro-asiático. Estos mismos son los que se opusieron en el consejo de seguridad de la ONU a la guerra de Irak en 2003. De los cinco con poder de veto (la mesa chica del Consejo de Seguridad de la ONU) EEUU y el Reino Unido votaron a favor de invadir, lo que finalmente hicieron, mientras que Francia, Rusia y China votaron en contra de la Guerra, ya que iba contra sus intereses en Medio Oriente.    

Como también evidencia el cuadro, el endeudamiento fue un instrumento central de la expansión europea para los intereses franceses y alemanes. La deuda como instrumento de control del territorio se vuelve dominante con la emergencia del capital financiero a fines del siglo XIX, producto de la fusión de la Gran Industria con la Gran Banca. Todo prestamista impone condiciones a su prestatario en la medida que su poder sobre él, su influencia dada por el nivel de endeudamiento del prestatario, se acrecienta y su situación general se debilita. Si entre los bancos franceses y alemanes poseen aproximadamente el 50% del total de la deuda de España –sumando 450.000 millones de dólares— es evidente que el nivel de control e influencia de dichos intereses sobre ese país es enorme. Pero a ello hay que agregarle que, como se trata de capital financiero transnacional, los bancos son parte de redes más amplias junto con las denominadas empresas multinacionales o transnacionales. En este sentido, el crédito no sólo sirve como forma de extraer riqueza en un territorio social a través del interés e influir en lo político económico, sino que es el instrumento de apalancamiento para la expansión de sus propias multinacionales y transnacionales.

La sobre-exposición de los bancos franceses y alemanes en la llamada periferia europea no es otra cosa que el indicador de la expansión de dicho bloque de poder en el desarrollo de su proyecto estratégico de Unión Europea, es decir, de su “Espacio Geoestratégico”. Es interesante observar que de los 27 países que componen la UE sólo diecisiete son parte de la zona euro, lo que indica el grado de avance territorial del bloque franco-germano así como lo que le resta para consolidar su proyecto UE. Sin dicho espacio “corre el riesgo de perder relevancia geopolítica en un mundo envuelto entre un G2 de Estados Unidos y China”,[i] que en realidad sería un G1 ya que sin los aliados europeos y Rusia,
El enemigo declarado: “Chinlemania”  

El 22 de marzo de 2010, el Financial Times publicó un artículo firmado por uno de sus principales editorialistas, Martin Wolf, que se titula “China y Alemania: los exportadores que debilitan la economía mundial”.[i] Como se confirmará luego durante la reunión del G-20, en la propia voz de los conductores políticos de los bloques de poder en pugna, la guerra económica librada a nivel global adquirió para ese mes un nuevo nivel de intensidad.  En el plano político y en plano de las ideas el bloque angloamericano-globalista decidió manifestar públicamente y profundizar su lucha para modificar los llamados “desequilibrios globales”, a partir de los cuales se fortalecen peligrosamente los polos de poder rivales. Afirma Wolf:
“Chinlemania’ habló la semana pasada y el mundo escuchó. ¿Fue coherente lo que dijo? No. ¿Tuvieron sus palabras pretensiones de superioridad moral? Bastante. ¿Fue peligroso lo que dijo? Sí. ¿Prevalecerán las visiones más sabias? Lo dudo (…) Déjeme presentarle a Chinlemania, un compuesto de los dos mayores exportadores mundiales netos: China, con un superávit de cuenta corriente pronosticado de u$s 291.000 millones este año y Alemania, con un superávit previsto de u$s 187.000 millones.
¿Qué es lo que molestó a los intereses angloamericanos de chinlemania, en esta segunda fase de la crisis? Que ni China ni Alemania cedieron a las presiones de los Rothschild, Barclays, HSBC, Standard Chartered, Lloyd’s, RBS, Citigroup, etc.,[ii] ni tampoco a las presiones de los líderes políticos e intelectuales angloamericanos, para que modifiquen su política de agresiva exportación-ahorro-superávit comercial-inversión. En concreto, además de acusar a estos países como los causantes del desequilibrio económico mundial que produjo la crisis, a Alemania le reclaman que deje su política de ahorro y aumento de la competitividad de la industria y destine recursos al consumo mediante el incentivo de su demanda doméstica, disminuyendo su superávit y contribuyendo a la demanda global; mientras que a China la presión en el mismo sentido está puesta para que  modifique el tipo de cambio, fijado por el estado intencionalmente alto con respecto al dólar, lo que hace muy competitivas (baratas) sus exportaciones y bajos los costos de producción local, y para que también incentive su demanda doméstica y con ello la demanda global.
Los superávit crecientes de China y Alemania suponen los déficit comerciales de sus rivales, lo cual se agrava por los déficit fiscales crecientes debido al rescate público del sector financiero privado y los estímulos públicos para que no se profundice la recesión. Estos déficit vulneran la situación de los estados mientras que financian el desarrollo de los grandes exportadores.  
Ante estas presiones, las respuesta de China y Alemania quedaron graficadas en las palabras de Wen Jiabao en el cierre del Congreso Popular Nacional de China, golpeando contra EE.UU.: “Lo que no entiendo es depreciar la moneda propia, e intentar presionar a otros para apreciarla, con el fin de aumentar las exportaciones. En mi visión, eso es proteccionismo”[iii]. Y como para ser más incisivo, insistió en que estaba preocupado por la seguridad de las inversiones chinas en dólares.  La respuesta alemana fue algo similar: no estaban dispuestos a reducir artificialmente su competitividad, en palabras de Merkel.
Estos dos grandes exportadores mundiales financian mediante el superávit y el consecuente ahorro, los saltos de escala de sus empresas industriales y los cambios en la composición orgánica de su capital para volverse más productivos, es decir, producir cada vez más con menor tiempo social de trabajo, con menores costos. Para el imperialismo global angloamericano, dominante a nivel mundial, esto no sólo atenta contra las relaciones de fuerzas existentes en el plano económico, sino que en un contexto de crisis global le resulta más perjudicial aun, ya que afecta la demanda agregada global y no tracciona a las economías paralizadas de EEUU e Inglaterra. Vale aclarar que no sería problema alguno para nuestros economistas anglófilos, como de hecho no lo es, si ese exceso de oferta de estos países estuviese compuesto por materias primas. Tampoco sería problema alguno si las empresas exportadoras fueran las suyas o si fuesen propias las empresas que acumulan a partir de una política de estado en ese sentido, como de hecho no le es problema Corea del Sur o la misma China hace algunos años cuando exportaba baratijas. 
El actor dominante global que ya dio antes que sus rivales los saltos de escala especializándose en la conducción estratégica del sistema financiero necesita estimular la demanda a través del consumo y los planes de estímulo fiscales para consolidar su posición dominante y salir de la crisis como gran ganador global, institucionalizando su poder transnacionalizado. Por ello, el fortalecimiento de otros polos de poder con capacidad de proyección global contradice dichas intenciones, eso explica amenaza de guerra económica a sus rivales, como luego planteará Obama en una gira internacional.
El plan de Alemania de exportar-extender su modelo-estrategia de austeridad basado en el ahorro-inversión-producción-exportación-superávit agudiza lo que los ingleses y norteamericanos denominan “los desequilibrios globales”. Convertir a la zona euro (mediante el ajuste y la centralización económica), en una gran Alemania, es el gran temor angloamericano. La consecuencia sería la  profundización de los grandes “desequilibrios” globales que impiden la institucionalización global del poder financiero transnacionalizado deviniendo en Estado Global:
-         Profundización de la brecha entre países con superávit comercial y los países con déficit comercial (exportaciones-importaciones).
-         Profundización de la brecha entre países con superávit fiscal y déficit fiscal.
-         Profundización de los problemas de endeudamiento en los países con déficit gemelos con posibilidad que desemboquen en defaults.
-         Profundización de las medidas proteccionistas y de la guerra económica entre bloques.
Cuando esta lucha tiene de fondo una profunda transformación de las relaciones de poder a nivel mundial, con una crisis en el polo dominante cuya fracción avanzada impulsa un nuevo proceso instituyente y emergen o se fortalecen otros polos de poder mundial, estamos en presencia de una gran crisis mundial. 


En este escenario, las fuerzas angloamericanas intentan reducir esta brecha, suavizar la recesión, apaciguar los efectos del desequilibrio entre la capacidad de consumo y la capacidad de producción que se manifiesta en recesión,  aumentando el consumo mediante déficit y deuda pública, supliendo al sector privado, el cual aumenta su tasa de ahorro. Esto se ve claramente en los enormes déficit de EEUU e Inglaterra, cubiertos con emisión monetaria y deuda, que son la contracara del nivel de recesión existente. Por otra parte, al ser los principales controladores del negocio financiero global, se benefician con el negocio de la deuda: para el 2004 Londres controlaba el 70% del total mundial de operaciones en bonos globales.[iv] En contraposición, los alemanes y, en menor medida los chinos (cercanos a la tercera postura), profundizan dicha brecha para impedir ser subordinados, aumentando el ahorro. Así lo deja claro la canciller alemana Angela Merkel ante las presiones angloamericanas y en respuesta a una carta de Obama donde pide que (los alemanes, chinos y japoneses) gasten más y dependan menos de las exportaciones: “Los éxitos de las exportaciones alemanas –dice Merkel— reflejan la alta competitividad y fortaleza innovadora de nuestras compañías. Reducir artificialmente la competitividad no sería beneficioso para nadie”[v]. De hecho, la debilidad relativa de su sector financiero (como lo reconoce también la propia Merkel) no les deja otro camino que seguir aumentando la competitividad y fortalecer su modelo industrial de producción y exportación de medios de producción estratégicos y medios de consumo de alto valor agregado. En 2008 Alemania, a pesar del alto valor del euro, exportó por 1,47 billones de dólares, seguido por China (1,43 billones) y EEUU (1,3 billones, menos del 10% de su PBI); y del total de las exportaciones alemanas, el 17,5% correspondió a la industria automotriz, 14,8% a la de maquinaria y un 13,9% a los productos químicos. De 1990 al 2008, las exportaciones alemanas pasaron del 32% del PIB al 47%, las francesas del 21% al 26%, las italianas del 19% al 29% y las españolas del 16% al 26,4%. Estos números muestran el aumento generalizado a nivel mundial del comercio exterior de la UE y en particular la expansión del modelo alemán en Europa, y el gran peligro que para los intereses angloamericanos implica. A esto, habría que sumar el desarrollo de China, que exporta un 40% de su PBI (2008).[vi]
Lo que por un lado (el del gran capital europeo), es un fortalecimiento de la competitividad de las empresas de la zona euro por el aumento de la productividad de la fuerza de trabajo, por otra parte, el ajuste, la “austeridad” y la demanda deprimida generan fuertes tensiones sociales ya que se hace esquilmando con mayor fuerza a los trabajadores, al igual que sus rivales. La respuesta europea es disminuir dichas tensiones con la planificación estatal y ciertas prestaciones del llamado “estado de bienestar” que, por otro lado, ha sido muy desmantelado en nombre del ajuste y la competitividad. 
En una tercera posición, la política de los países y bloques de poder emergentes (que son producto de procesos democráticos nacionales y populares de recuperación de la soberanía) es producir superávit (ahorro), invertir y estimular el desarrollo de la producción nacional a través del estado, al mismo tiempo que estimulan la capacidad de consumo de sus pueblos, el mercado interno, para acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas y los procesos de inclusión social: económica, política y cultural. Transitan el doble camino con el fin de aprovechar la oportunidad histórica para la liberación nacional y social.    
A partir de los años 60 y 70 se entra en una nueva fase de crisis y transición con:                            1- el desarrollo de las redes financieras transnacionales-globales y de las fuerzas productivas (electrónica, informática, telecomunicaciones, robótica, etc.); 2- las pujas entre las potencias capitalistas con el desafío franco-germano al dominio absoluto del polo angloamericano en el mundo capitalista; 3- el estallido de Bretton Woods;                  4- la llamada crisis del petróleo y los flujos de petrodólares controlados por la city londinense que insufla de vigor a las redes financieras; 5- el desarrollo de la llamada “segunda guerra fría”; 6- los procesos revolucionarios nacionales y sociales que acontecen en lo que se denomina “Tercer Mundo” y los grandes levantamientos en los países desarrollados como el Mayo francés, la lucha por los derechos civiles en EEUU, etc. Se entra en un nuevo ciclo histórico cuya manifestación más contundente son las aproximadamente 200 crisis financieras entre 1974 y 2000. Es decir, 200 crisis en el sistema nervioso del capitalismo mundial.

La crisis que estalla en 2007-2008 en su forma financiera, seguida de crisis económica y de una multiplicidad de formas no económicas en que aparece la crisis, no es otra cosa que la manifestación más elevada de la transición histórica que impulsan tanto las redes financieras transnacionales angloamericanas y sus aliados hacia la institucionalización del “Estado Global”, contra el cual disputan y se levantan los imperialismos subordinados, como también –aprovechando la oportunidad histórica que se presenta— los bloques de poder emergentes de los países semi-coloniales y coloniales en procesos de desarrollo y liberación nacional y social.       


[i] Financial Times, 22 de marzo de 2010.
[ii] Si sumamos sólo los activos que controlan de forma directa e indirecta estas redes financieras que mencionamos la cuenta supera largamente todo el PBI anual de EEUU, la mayor economía mundial. 
[iii] Financial Times, 22 de marzo de 2010.
[iv] Carlos Marichal, Nueva historia de las grandes crisis financieras, Buenos Aires, Sudamericana, 2009, pp. 230.
[v] Wall Street Journal, Entrevista a Angela Merkel, 20 de junio de 2010.
[vi] José María Martinez Sánchez, "La crisis de septiembre de 2008: algunos datos y reflexiones" en Contribuciones a la Economía, junio 2010, http://www.eumed.net/ce/2010a/